sábado, 19 de noviembre de 2011

SI SE QUIERE, SE PUEDE... ESTA ESTANCIA ES UN CLARO EJEMPLO DE Q SE PUEDE LUCHAR CONTRA EL TIEMPO MANEJADO POR INESCRUPULOSOS DELINCUENTES, HAY Q TRABAJAR Y LOGRAREMOS Q "LA MORITA" VUELVA A BRILLAR!!!!

La estancia El Pino o San Martín

Lunes, 11 de Abril de 2011
estancia-el-pino
La historiadora Patricia Pasquali cuenta (1) que en junio de 1829 (luego de ser derrotado militarmente) el general Juan Lavalle salió a caballo desde la Chacra de los Tapiales rumbo a la Estancia El Pino con su ayudante de campo, el capitán Estrada. Llegó de noche a la estancia propiedad de Juan Manuel de Rosas. Kilómetros antes había sido recibido por los retenes de guardia de su enemigo político que cuidaban la periferia de la estancia. Cuando Lavalle llegó se notificó que Juan Manuel de Rosas no se encontraba en el establecimiento y optó por recostarse a dormir en una de las habitaciones. Asegura la misma historiadora que cuando el comandante de la Campaña bonaerense arribó a su propiedad se asombró al enterarse que el fusilador del coronel Manuel Dorrego dormía allí plácidamente.
Luego de un parlamento entre el general unitario y el líder federal se llegó a un acuerdo para la firma del histórico Pacto de Cañuelas que le permitió una salida política a la crisis que vivía el efímero gobierno de Lavalle.
La estancia El Pino (bautizada con el nombre de San Martín por el propio Juan Manuel de Rosas) fue una de las tantas propiedades que poseía a quien posteriormente se conoció como el Restaurador de la Leyes. Sin embargo, después de la derrota de Caseros (3 de febrero de 1952) y con su exilio inglés a cuesta, este fue el único bien inmobiliario que los unitarios le permitieron vender a Rosas. Lo compró un miembro de su familia política (José María Ezcurra) y de este modo Rosas pudo recuperar parte de sus bienes personales confiscados.
Entre los terratenientes bonaerenses de la época Juan Manuel de Rosas era una figura destacada y sus propiedades se fueron multiplicando con el auge de los saladeros de carne que introdujeron los ingleses. Fueron varios los inmuebles que acumuló Rosas en la Provincia de Buenos Aires, pero la Estancia El Pino o San Martín fue significativa por el protagonismo político de sus visitantes y por las personalidades que la habitaron.
Existió otro personaje histórico que también pasó por este lugar simbólico para todos los matanceros. En su libro Una excursión a los indios ranqueles (2) Lucio V. Mansilla relata los años (fines de la década de 1830) en los que el cacique ranquel Panghitruz Güor (Mariano Rosas) vivió allí. Don Juan Manuel lo apadrinó y le dio su apellido a ese indiecito que en poco tiempo logró su confianza dentro del manejo de la estancia. En su famoso libro, Mansilla escribe lo que Mariano Rosas le contara en 1870 sobre su juventud en la Estancia San Martín.
Allí vivió varios años el cacique ranquel hasta que se escapó para radicarse en el desierto pampeano para liderar a los ranqueles en las tolderías de Leubucó (hoy La Pampa).
En el libro Historia de la Estancia El Pino (3), Raúl Pomés escribe que en este mismo lugar en 1836 “se firmó un tratado de paz entre el cacique Cafulcurá y el gobierno de Rosas”. En ese trabajo histórico también se señala que dicho acuerdo de paz incluía la cesión de “150 yeguas, 500 vacas y diversos productos”; a cambio de esos bienes las diferentes facciones indígenas se comprometían a no incursionar en la campaña con sus temidos malones.
Con Juan Manuel de Rosas fuera del poder la estancia El Pino o San Martín continuó siendo un establecimiento agropecuario y ganadero que generó una importante riqueza en la zona. Aunque con el advenimiento del nuevo siglo la casa iba a cambiar.
Esta propiedad, en manos de los herederos de Ezcurra, padeció un derrotero que hacia mediados de siglo pasado la había postrado en un peligroso abandono. En 1942 había sido declarada Monumento Histórico Nacional sin embargo no podía evitarse que el deterioro avanzara. A su vez, los loteos para la urbanización de la zona (Virrey del Pino) fueron raleando la propiedad hasta reducirla a su actual extensión.
El Estado municipal de La Matanza, en 1970, adquirió esta propiedad de casi dos hectáreas con un casco de estancia que algunos estiman que fue construido a fines de siglo XVIII. En 1972 se la declaró Monumento Histórico Municipal y al año siguiente una Asociación de Amigos (que entre otros integraban Edgardo Enrique Viglione y Alfonso Corso) impulsó el nacimiento del Museo Histórico del Partido de La Matanza en el casco de la vieja Estancia El Pino.
Desde entonces este lugar fue recuperado, especialmente desde el año 2000, y hoy allí funcionan el Museo Juan Manuel de Rosas, el Archivo Histórico municipal y el Repositorio “Carlos Rusconi”.
(1) Patricia Pasquali, “Juan Lavalle. Un guerrero en tiempos de revolución y dictadura”. Editorial Planeta, octubre de 1996.
(2) Lucio v. Mansilla, “Una excursión a los indios ranqueles”. Editorial EUDEBA, mayo de 1966.
(3) Raúl Pomés, “Historia de la Estancia el Pino”. Editorial CLM, septiembre de 2009
Por Alejandro Enrique
Investigador.

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